El pasado 24 de abril, Mariano Cepelino, Fundador y CEO de INMSA, publicó una nota de interés sobre la importancia de las inversiones inmobiliarias. A continuación, les compartimos la nota completa.
Mucho se discute en el mundo de las inversiones acerca de en qué proporción distribuir el patrimonio en inversiones financieras e inmobiliarias.
Si escuchamos a los asesores financieros e inmobiliarios vemos que cada uno defiende lo que hace y sus intereses. De todas maneras, vemos que existe un mito en donde se cree que siempre las inversiones financieras son más rentables que las inmobiliarias.
Creemos que un portafolio de inversión siempre debe contener activos financieros e inmobiliarios y el porcentaje dependerá de la preferencia del inversor, su perfil de riesgo, sus objetivos, sus experiencias pasadas y quienes lo asesoren.
Pero la idea es romper con el mito que las inversiones financieras siempre generan mejores rendimientos y que las inversiones inmobiliarias solo logran rentabilidades bajas, pero son seguras.
Si bien es cierto que la inversión inmobiliaria tradicional, lo que los especialistas denominamos pasiva, deja bajos rendimientos, es importante entender que existen formas sofisticadas en donde grandes inversores logran altos rendimientos, superiores a los que se logran con activos financieros y con un nivel de riesgo muy inferior.
Veamos algunas ventajas de la inversión inmobiliaria frente a las financieras y algunos mitos que existen.
Ahora repasemos un poco de estadísticas. Credit Suisse ha publicado un estudio en donde muestra que desde el año 1900 a 2016 la renta variable (acciones) tuvo un rendimiento del 5.1% anual mientras que los bonos soberanos un 1.8% y los Bonos del Tesoro 0.8% mientras que la inflación anual durante ese periodo fue del 2.9% anual.
El estudio también indica que en una mirada de mediano plazo que incluye el período 2000 al 2016, las acciones (renta variable) tan solo rindieron 1.9% anual frente a un 4.8% anual que rindieron en promedio los bonos soberanos. También sobran los ejemplos de las debacles financieras que se vivieron durante los últimos 100 años y que dejaron en la ruina a muchos inversores, especialmente a los que tomaron deuda para comprar acciones.
Asimismo, otro estudio revela que aquellos inversores que adoptaron una estrategia activa, es decir comprar y vender en los momentos “más convenientes” durante los últimos 40 añáos, tampoco pudieron superar el rendimiento generado por el mercado mediante la estrategia pasiva (mantener los activos en cartera) antes mencionada.
Mientras que si miramos lo que pasó en el sector inmobiliario, según un estudio revelado de JP Morgan, vemos que si se adoptó una estrategia pasiva desde 1900 a 2012, la apreciación promedio anual fue de tan solo 3.1% frente al 3% anual de inflación.
En cambio con una estrategia activa, es decir aprovechando las fases de recuperación y expansión de los ciclos inmobiliarios en distintos mercados, vemos que tan solo la apreciación supera los 2 dígitos. Ejemplos recientes sobran: Argentina de 2003 a 2008 y Estados Unidos de 2009 a 2014, son los ejemplos más cercanos y conocidos. A esto, pueden sumarse los ingresos por alquileres más el descuento al momento de la compra frente al valor de mercado, si se cuenta con ese conocimiento.
Si pensaba que no era tan beneficioso invertir en inmuebles, puede cambiar de opinión. Pero claro, todo esto funciona si el inversor deja de lado el enemigo Nº 1 de las inversiones inmobiliarias: comprar y dejarlos en cartera para siempre. Aunque eso parezca seguro, posiblemente no sea negocio. Sólo lo es cuando se hace una gestión activa. De esa forma, los grandes inversores logran altos rendimientos, superiores a los que se logran con activos financieros y con un nivel de riesgo muy inferior. Ése es finalmente el negocio.
Nota escrita por Mariano Capellino*. Publicada el 24 de abril en www.apertura.com
*Fundador y CEO de INMSA